Simple
Hace unos días apareció en mi stream de LinkedIn un pedido de una directora de comunicaciones internas. Según contó, necesitaba ayuda para armar una intranet.
Enseguida aparecieron 500 ofertas de diseñadores, programadores, etc que le proponían armar equipos interdisciplinarios completos y complejos para resolver su necesidad. Incluso la clienta misma parecía estar convencida de necesitar esa complejidad.
En medio de esa maraña de propuestas le pregunté si realmente necesitaba todo eso. No había contado qué funcionalidades tendría la intranet, ni cómo serían sus actualizaciones, ni la cantidad o niveles de usuarios, etc. Esos eran datos relevantes porque, le conté, hay plataformas que pueden resolver una Intranet en tiempos, costos y capacidades mil veces más convenientes que lo que un ejército de PLs, diseñadores y programadores pueden hacer en meses. Plataformas desarrolladas por años por equipos de primer nivel. Que tienen upgrades constantes, que compiten con otras por ser las mejores, con atención al cliente perfecta, etc. Que se implementan en minutos. Con un costo bajísimo frente al desarrollo a medida.
Una de esas plataformas podía ser la solución o no. Era cuestión de detenerse un instante, pensar y decidir.
La multitud me pasó por encima. Fue como si me hubiera detenido a meditar en la salida del metro a las 9AM. Nadie escuchó (leyó) mis comentarios.
Era alguien que estaba pidiendo ir de Santiago a Buenos Aires y todos le proponían construirle un avión en lugar de ver si no era conveniente comprarle un pasaje en Latam.
Por si la aclaración fuera necesaria, co-creé y co-dirijo desde hace 25 años (mucho tiempo para el digital) una empresa que incluye en su staff programadores, diseñadores, PLs, etc. Sé (o creo saber) para qué sirven y cuándo/cuánto sirven.
Una de las interpretaciones posibles de los malos manejos en casos como éste es la urgencia. Pero la verdad es que son pocas las situaciones en las que, en nuestro rubro, las manos deben estar antes que la cabeza. Hay emergencias donde lo primero es tapar la fuga y recién después pensar en cómo evitarlas en el futuro. Pero en la mayoría de los proyectos frenar la pelota y estudiar el panorama optimiza resultados, costos y tiempos.
Yo creo en una segunda interpretación.
Un cliente define qué necesita (o cree necesitar) en digital. No tiene la obligación de conocer las alternativas.
Un programador o diseñador seguramente las conoce. Pero vende horas/hombre. Muchas agencias digitales pueden conocer alternativas pero pretenden tomar todo proyecto posible antes de detenerse a verificar pertinencia y lógica de lo que el cliente pide (ya que con eso corren el riesgo de no poder sacar dinero grande en corto plazo).
Nuestro trabajo es otro. Cuestionar al cliente. Conocer las opciones. Analizarlas y decidir.
Simplificar.
Ser más efectivos y menos efectistas. Y, en lugar de construirle al cliente su propio 787, acompañarlo al aeropuerto.