Mucho más simple

Se terminó la tecnología.
Se fue.
Se terminó.

Ya no es tema (para nosotros y nuestros clientes).

Cada día se puede hacer algo que hasta ayer era imposible.
Millones de técnicos y programadores alrededor de todo el mundo lo hacen posible.

Por eso la tecnología se terminó para nosotros.

¿Se puede hacer que mi sitio se mueva al ritmo de Despacito? Se puede.

¿Se puede hacer que las luces de mi tienda se enciendan cada vez que la Selección hace un gol? Se puede.

¿Puedo llegar a tres millones de albinos fanáticos del curling para publicitar mi curso de cerámica croata ancestral? Se puede.

¿Puedo crear un mundo virtual para demostrar la portencia de mi nueva 4x4? Obviamente se puede.

¿Podemos hacer una app para mi sitio de cocina que te haga sentir los olores de la comida? No aún, pero ya falta poco.

No hay (casi) límites tecnológicos.

El trabajo real es conocerlos, probarlos y saber elegirlos.

Por supuesto hay algunas de estas cosas que son costosas en tiempo, conocimiento y esfuerzo (por lo tanto, en $).

Nuestro trabajo, entonces, es saber y ponderar.

¿Vale la pena encender las luces cuando hace el gol? ¿Rendirá en términos de impacto, ventas, etc? ¿O sólo hará feliz al dueño de la tienda?

¿Y si en lugar de armar una realidad virtual hacemos una app que funcione como test drive? ¿O un test-drive real?

La tecnología nos pone todo a la mano. El tema es saber qué de ese “todo” sirve más en este momento, en esta situación.

Es más simple.