Jefe (con J)

BLOMIX.NET
3 min readOct 23, 2018

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No tengo muy en claro cuál es la definición de líder.
Tampoco me queda muy en claro qué es ser jefe, más allá del cargo.
Menos aún, cuáles se supone que son las relaciones verdaderas y prácticas entre ambos términos. Algo de líder se le pide al jefe y supongo que es lógico.

No sé si alguien elige ser líder. Me suena a algo “natural” (o sea, adquirido pero inconsciente) que se desarrolla con el tiempo.
Sí entiendo que alguien quiera ser jefe. Para salirse de una situación incómoda, para llevar adelante un proyecto o para ejercer un poder.

Me ha tocado ser subalterno, líder y jefe. A veces alternativamente, a veces simultáneamente.

Y veo diariamente grandes discusiones en muros y foros sobre líderes, jefes y “gefes”. Muchas de esas discusiones las manejan personas que nunca se encontraron en la posición de liderar (o de ser jefes). Eso no desmerece sus posiciones (constantemente hablo de fútbol y mi desempeño en la cancha deja mucho que desear) pero también pueden ser un compendio de prejuicios y anécdotas puntuales.

Dos cosas no voy a hacer. No voy a hablar por “los jefes” o “los líderes” porque, como en cualquier conjunto, hay de todo. Tampoco voy a contar lo que leí sobre el tema porque no creo haber leído casi nada (salvo algo de Max Weber de la Universidad y poco más).

Sólo voy a intentar contar mi visión desde el punto de vista de un jefe de empresa pequeña en Latinoamérica.

Creé con dos amigos una compañía digital hace 22 años. Empezando bajo la escalera de mi departamento (literalmente, una tabla y tres máquinas encima). Con el tiempo aparecieron oportunidades, crecimiento, y con eso empezamos a ser jefes. Y tener una empresa pequeña en Argentina y ser jefe no es fácil.

Esto es ser jefe por acá.

1- La del jefe/dueño es la única cabeza que funciona 24/7 alrededor del trabajo. Es la que más sufre cuando el corto plazo se complica o el mediano plazo no es bueno.

2- Somos los que recibimos los cachetazos más grandes. Cuando un proyecto no sale bien, lógico. Cuando al Gobierno se le ocurre cambiar las reglas de juego (mis amigos chilenos saben menos de esto pero un argentino vive sobre gelatina constantemente), obvio. Cuando el dólar sube/baja, susto. Cuando el cliente demora el pago, problema.

3- Somos lo que más cuidamos al equipo y al cluente. Somos los que cobramos nuestros sueldos últimos cuando hay un momento de dificultad económica. Y los que empujamos el carro más fuerte.

4- Los que no podemos “saltar” a otro trabajo. Porque cualquier integrante del equipo puede irse mañana. Pero si yo tengo el impulso hoy de dedicarme a la danza clásica (los que me conocen saben de mi destreza en el tema) o irme a vivir a Santa Ana (balneario pequeño de Uruguay, el mejor lugar del Universo), no es tan fácil.

5- Los jefes no podemos equivocarnos (mucho). Porque nuestros errores arrastran al resto y suelen ser más difíciles de subsanar.

6- Etc, etc.

¿Esto es así siempre? No, seguramente.
¿Está bien que sea así? Son las reglas del juego.
¿Hay jefes cabrones, mala gente? Muchos.

Nuevamente: no defiendo a ninguna “corporación jerárquica”.

Simplemente explico que las escenas que tanto se cuentan en las redes donde todos los jefes de por estos lares “nos la llevamos en pala” mientras “nos rascamos” y al mismo tiempo, en un alarde de destreza sin igual, azotamos al equipo con látigos de 7 puntas, dan una imagen algo falsa del panorama general (disculparán las expresiones muy argentinas y poco elegantes pero son muy gráficas).

Hagámonos cargo de lo que a cada uno le toca. No pido que nadie saque a pasear a mi perro (y he conocido a un jefe de agencia que llevaba a su mastín napolitano a la oficina y obligaba al equipo a homenajearlo) pero tampoco voy a buscar una profesora de tai-chi-chuan para que el equipo encuentre su armonía interior.

Me encantaría trabajar en Silicon Valley 4 horas al día (y sólo los días nublados) hablando con Elon Musk sobre el próximo proyecto mientras todos disfrutamos nuestros tchai-mocaccino-macciatto-lattes tailandeses sentados sobre coloridos puffs.

Hasta ahora esas escenas no ocurren de este lado del Mundo y mi retiro en Santa Ana no se paga solo así que, a trabajar.

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